Minga 1998
RAZA DE BRONCE
Raza de bronce,
piel forjada en los hornos del sol,
sangre que corre como río milenario
a través de montañas que susurran leyendas.
Eres el pulso de la tierra,
el latir profundo de un continente
que canta su resistencia
en cada hoja, en cada piedra, en cada grano de maíz.
Tu rostro, esculpido por los vientos del tiempo,
guarda en sus líneas la memoria del jaguar
y la ternura del colibrí.
En tus ojos, el reflejo de un cielo
que vio pasar imperios
y aún sostiene las estrellas,
firmes como tu paso,
resonante como tu voz.
Raza de bronce,
no naciste para doblarte,
sino para arraigarte como el árbol del cacao,
profunda y fértil.
Tu esencia no se oxida,
porque llevas en tus venas el metal eterno,
el que no solo brilla, sino que lucha,
el que resiste y florece en medio de las tormentas.
Eres canto y lamento,
danza y silencio.
El pasado te forjó en las fraguas de la conquista,
pero no te quebró;
te hizo fuego,
te hizo montaña,
te hizo infinito.
Hoy, sigues en pie,
con la dignidad de quienes saben
que la historia no termina en la página escrita,
sino en los sueños que se levantan al alba.
Raza de bronce,
el eco de tus pasos
es el tambor que anuncia
que aún queda vida por sembrar
y esperanza por cosechar.
©Derechos Reservados al Autor
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